Las necesidades y los deseos... y algo más

 Hay una enorme diferencia entre lo que se necesita y lo que se quiere

Por lo general los jóvenes usamos nuestro dinero para comprar artículos que nos gustan, como comprar los últimos vídeo juegos, nuevas zapatillas, boletas para eventos, gaseosas, frituras, etc. Los adolescentes tienden gastar el dinero en bienes que satisfacen sus deseos, a diferencia de sus padres que que destinan sus ingresos en cubrir las necesidades del hogar.

Necesidad:

Las necesidades tienen que ser obligatoriamente cubiertas, pues sin ellas la supervivencia de un individuo se complica. Absolutamente todos los seres humanos deben satisfacer sus necesidades para poder vivir.  Un ejemplo de necesidades son las verduras, las frutas, el agua, la vivienda, el aseo, etc.


Deseo:

Los deseos suplen gustos de los que no dependemos para vivir. Por lo general los artículos que representan deseos, son más costosos que aquellos que representan una necesidad. Los deseos brindan cierta alegría a la población y elevan el nivel de satisfacción, por esa razón suelen ser más caros. Sin embargo, los deseos jamás priman sobre las necesidades. Un ejemplo de deseos en relación a las necesidades mencionadas anteriormente serían un paquete de frituras, unos dulces, una gaseosa, una vivienda con piscina, artículos de belleza como maquillaje, etc.


Es común que los jóvenes desperdicien en dinero en deseos, en ocasiones en deseos bastante innecesarios y exagerados. Y eso sucede precisamente porque no se tiene desarrollada una conciencia económica; debemos aprender a diferenciar lo que queremos de lo que necesitamos, y hacer un balance entre las dos, pues tampoco está mal darse un gusto de vez en cuando, sobre todo si se tiene la oportunidad. Es preciso comprender que las necesidades son más importantes que los deseos y gastar mucho dinero en caprichos genera a futuro que algunas necesidades puedan no ser cubiertas parcial o totalmente.

No se trata de no darse gustos, o evitar comprar lo que se quiere, pero si tener en cuenta que hay cosas en las que no vale la pena gastar, pues algunos caprichos terminan por salir más caros de lo que en un principio parecen. 


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